viernes, 15 de octubre de 2010

Whisky (Lado A) - Whiskey (Lado B)

Whisky
(Lado A)

Esta bebida que en las buenas casas productoras, no altera su método y técnica desde hace más de un siglo, es de la que me dispongo a hablar. Bueno, a mal hablar, porque desde hace muy poco (anoche) es que me he puesto en la tarea de disfrutarla. El whisky, que en un principio (finales del XVIII) fue la bebida predilecta de campesinos en Europa (debido al alza indiscriminada de los brandis franceses) años después se convertiría en la bebida preferida de la Reina Victoria, que no concebía la hora del té, sin un buen chorrito de whisky. La marca preferida de la tatarabuela del Rey Juan Carlos, fue la fabricada por los hermanos Chivas. James y John Chivas fueron unos comerciantes esmerados, que pasaban las horas atendiendo una venta de comestibles y bebidas en Aberdeen Escocia. Los hermanos Chivas, eran conocidos por vender productos de alta calidad: especias traídas de oriente, quesos y brandys franceses e incluso, frutas y ron del Caribe. Pero los hermanos Chivas, no contaban con un whisky que estuviese a la altura de los demás néctares. Es por ello que se pusieron a la tarea de producir whiskys de malta y granos secos en la primera mitad del XIX. Una vez que la Reina Victoria probó el delicioso producto, quedó prendada y nombró oficialmente a la Casa de James y John, como la proveedora oficial de su Castillo de Balmoral. En alguno de los grandes salones, los aristócratas británicos de la época, seguramente desanudaron corsés, arrancaron pelucas y corrieron como monos extasiados, bajo la algarabía lúcida que producía el Scotch.
Si se escribe Whisky es porque hacemos referencia a los producidos en Escocia, Canadá y Japón, bebidas que generalmente se elaboran a partir de cebadas malteadas y granos secos. Si escribimos Whiskey, hablamos del producido en USA y del gran aporte gringo al whisky europeo: el maíz. La mayoría de whiskeys (entre ellos el inolvidable Jack Daniel´s) están hechos con base en maíz y centeno. Por ello es que reciben el nombre de bourbon. Así que si alguien busca impresionarnos con esta sencilla diferenciación, bien podemos ponerlo en su sitio y pedirle que levante su vaso, deje de pavonearse y diga salud.
En la novela El Gran Gatsby de Francis Scott Fitzgerald, asistimos junto a Nick Carraway, a las descomunales fiestas ofrecidas por Jay Gatsby en su lujosa casa de West Egg. Allí,las bandas de jazz (tipo Duke Ellington) y los ríos de whiskey (tipo bourbon) embriagan a los personajes y a la noche de una magia vital. Son los “locos años veinte” y la decadencia, los excesos y el buen gusto caminan de la mano. Hay un pasaje en el que el narrador nos cuenta una borrachera con whiskey a las tres de la tarde. Nick Carraway flota en la gracia junto a dos mujeres de vestidos cortos de volantes, sombreros con malla y pitillos plateados y humeantes en sus bocas. Son las tres de la tarde en un hotel de la 5th avenida y las volutas azules que ascienden en el vacío, pueden ser contempladas en su justa belleza, gracias a la dichosa embriaguez del bourbon. Aquel que se haya embriagado en horas prohibidas (digamos a las 9 de la mañana) sabrá de qué diablos estamos hablando.

Ahora, dejando a un lado las gotas de historia y literatura, es el momento para servirse un buen whisky (o whiskey) poner algún disco favorito, sentarse muy relajado y mirar lo que se venga en gana, aspirar sutilmente el aroma madurado, llevarse el vaso a la boca, dejar que el licor se pose unos instantes en la lengua y empujarlo suavemente tras de ella.

Whiskey
(Lado B)

Abriré una botella y beberé un largo sorbo que encienda mis tripas. Sólo con el aliento y los ojos llenos de llamas es digno escribir algo. Hay muchas cosas por las que he pasado, pero ninguna de ellas significa nada, si no es vista a través del filtro sumergido del alcohol. Cada una de mis experiencias cobra sentido luego de ser reflexionada en alguna juerga de botellas rotas y litros de licor. Así funciona el mundo. Así funciona el mío.

Una ventana de cualquier edificio de cualquier ciudad expele un fulgor rojizo. Las 2 y 55 de la mañana y alguien adentro prendió fuego a las sábanas de la cama "Devuélveme mi noche rota, mi sala de espejos, mi vida secreta, dame crack y sexo anal"(1).
La sangre fluye y se revienta contra mi cráneo, la marea roja trae la imagen de su cuerpo vencido. Un cuerpo fresco y con olor a cebada malteada. Si las cosas van bien, es cuestión de tiempo para que los cuerpos abran sus accesos y permitan la lubricación de la sensualidad y el abandono. El humo sale apretado por los bordes de la ventana, la temperatura disparada en la estructura del edificio, la alarma contra incendios. Te tomo del cabello y sobre la puerta de la habitación, grabo en tu espalda nuestra tregua provisional. Enciendo un cigarrillo y sirvo otro trago de whiskey. Trago de whiskey. Whiskey. Los bultos en las venas hablan de una creciente hipertensión, recuerdo que dijiste que preferías tener la sangre acelerada a tenerla muerta. ¿Sabes de qué color es la sangre a la luz de la luna? Negra. Y negro es el vino y la uva y la sangre roja, y rojo el ardor y los ríos que fluyen bajo tu falda, pero no son rojos el fuego de la playa, ni las hojas encendidas por el sol en el cielo, ni los vellos de tu pubis embriagadora. No. Son del color del whiskey, del estupendo y lúcido whiskey... "Ya es cosa sabida que si se escribe un mensaje con zumo de limón en una hoja de papel, no queda rastro de la escritura; pero si se expone el papel al fuego, las letras se vuelven de un color castaño y se puede leer lo escrito. Imaginad que el whisky es el fuego y que el mensaje está oculto en el alma de un hombre; entonces se comprenderá el valor del licor de miss Amelia" (2)
Lleno el vaso hasta el borde y lo bebo de un sólo trago. Una violenta arcada quiere devolverlo, pero la fuerza de mi garganta lo empuja de vuelta al estómago. La gracia está de nuevo conmigo, no puedo sostenerme, ni escribir más. La ventana estalla en mil pedazos. El humo abundante, puede observarse desde cualquier colina de esta cualquier ciudad. Una torre herida por el fuego de la guerra.

(1) Give me back my broken night/ my mirrored room, my secret life (... ) Give me crack and anal sex. The Future- Leonard Cohen
(2). fragmento extraído de la novela: La balada del Café Triste de Carson McCullers.

http://www.youtube.com/watch?v=1UDE0Bu9bRk&feature=related